11/11/10

los oblongos

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Cuanto más se lo estudia, menos se sabe de ellos. Esa es la mejor definición que he podido obtener de unas extrañas criaturas del Planeta en Cruz, en la Galaxia de la Doble Hélice. O tal vez sea demasiado apresurado llamarlas criaturas. Simplemente son. Entidades con una superficie limitada. Volúmenes en el espacio. Sus únicas marcas distinguibles son una raya ventral y un círculo superior. Y lo de “ventral” y “superior” son suposiciones, porque es imposible identificar un arriba o abajo, un derecha o izquierda, un atrás o adelante, cuando rotan sobre su eje. Son, como los llaman los investigadores, sencillamente “oblongos”.

Derivan por ahí, a medio metro del suelo, en un ronroneo que evoca la respiración de asma del felino o, tal vez, el crepitar de las alas de una mariposa debajo de un rayo de sol. Formas redondeadas, ligeramente claras, pero que rotan su coloración en arcos iridiscentes. A veces, tornan en un rosado pálido; otras, se adivina un ocre agonizante; no faltó, tampoco, un ligero tinte verdoso. Pero las más de las veces, son de un blanco tiza.

No es raro verlos en grupos, formando racimos, como si estuvieran dándose calor unos a otros. Algunos interpretan esa agrupación aleatoria como una inequívoca prueba de copulación, deduciendo de esto que son seres vivos. Pero es una mera especulación. Nadie los ha visto nacer o morir. Todo conteo es imposible; toda identificación es vana. Podrían ser cientos o millones. Si no hay manera de fijar un número, mucho menos especular con su crecimiento o declinación.

No hay modo de dañarlos. Su superficie lisa se amolda a los bordes del contacto. Contra un filo, los oblongos los cubre hasta hacer imposible un punto de presión; ante el fuego, se vaporizan en un fluido de caramelo, para retornar al estado anterior tras la extinción de la llama que los amenaza. Sumergidos, se dilatan con suma ductilidad. Ni el frío ni el calor ni el agua ni la presión los intimida. Esta característica inquieta a los que los imaginan hostiles. Pero, también es cierto, que no hay testimonios de quien los haya visto atacar a alguien o a algo.

Algunos pensadores del Planeta en Cruz han llamado la atención de que se pretende definir a los oblongos a partir de lo que no son, cuando, en realidad, tiene una característica que los distinguen claramente: son.

Es cierto, desafían toda categorización. Pero eso habla más de nuestras categorías que de su existencia.

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