6/11/10

los adoradores del sol

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Las inclementes condiciones meteorológicas influyeron, drásticamente, en las creencias místicas del Pueblo Mojado del Valle Hundido del Planeta Akuita. Sus habitantes rinden culto al Disco Solar. La liturgia del culto se resume en la apelación a los cielos nublados que el Sumo Sacerdote efectúa a primeras horas de la mañana. En caso de no lograr la aparición del sol, el Sumo Sacerdote se retira al interior del templo a meditar, hasta el día siguiente donde repetirá la ceremonia. Los creyentes esperan, ansiosos, que los rezos del Sumo Sacerdote lleguen a oídos de la divinidad y que, al día siguiente, salga el sol.

Pero si se diera el raro caso de un cielo soleado, el Sumo Sacerdote realiza un complejo y enérgico ritual que incluye saltos mortales y vueltas carnero, con el propósito que el sol (atraído por el espectáculo) decida quedarse en el cielo.

Lamentablemente, el Valle Hundido era tradicionalmente conocido como una zona de persistente cielo encapotado y lluvias recurrentes. Sólo un puñado de días en el año, aparece el sol sobre el horizonte y persiste el tiempo suficiente en el cielo despejado.

Sin embargo, en los últimos años, un imprevisto proceso de calentamiento global, alteró, no sólo el clima del Valle Hundido, sino el sistema de creencias de sus habitantes, cuando las nubes desaparecieron del cielo y los días soleados se sucedieron unos tras otros.

Las otrora escasas ceremonias del Sumo Sacerdote buscando la atención del Astro Rey, se volvieron frecuentes y, por ende, saturaron a los creyentes. Cada día, con la presencia imperturbable del Dios Sol en el cielo, las acrobacias del Sumo Sacerdote se volvieron torpes, lentas, desarticuladas, parte por el excesivo calor, parte por cansancio. Las ceremonias contaban, cada día, con menos participantes y los bostezos estaban a la orden del día, quitando parte de la elemental solemnidad que exigía el rito.

El colmo se vivió durante una jornada en la que el termómetro rozaba los 37 grados cuando el Sumo Sacerdote, totalmente sacado, revoleó su tocado contra el piso, interrumpiendo el ritual al grito de: “¡Que se dejen de joder! ¡Es mucho laburo!”. Acto seguido, abandonó el lugar, ante la sorpresa general.

Conmocionado hasta los cimientos el sistema de creencias del pueblo del Valle Hundido, los principales líderes religiosos se reunieron con el Sumo Sacerdote quien no quería saber nada de continuar con la ceremonia. Tras largas deliberaciones, anunciaron al pueblo que lo ocurrido se debió a que el Sumo Sacerdote, recibió, en pleno ritual, una revelación divina: el culto al Dios Sol fue; eran tiempos de obsecuencia a la Diosa Nube.

Desde entonces, los habitantes del Valle Húmedo se reúnen, diariamente, a invocar la presencia de la Nube. Cada mañana, claman por la aparición de los nubarrones que sofoquen la tiranía del sol. Tras el fracaso habitual del pedido, el Sumo Sacerdote, más aliviado, se retira a meditar a sus habitaciones.

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